¡Hola!
Aquí
Nani, en esta ocasión les traigo un escrito especial totalmente mío– No sé si
se podría denominar fanfic o algo por estilo porque no está 100% apegado a la
realidad de la historia- por el cumpleaños de en lo personal, mis niños
consentidos de la saga de Diabolik Lovers: ¡Los trillizos Sakamaki!
¡Espero
lo disfruten!
Era
víspera del 21 de marzo, un día importante para los trillizos porque celebraban
su cumpleaños. Si bien el cumpleaños de Laito había sido el día anterior y para
el de Ayato faltaba un día, siempre acostumbraban celebrarlo ese día en el cumpleaños
de Kanato. Los tres vampiros se encontraban en sus habitaciones descansando,
algo que no era común, pues siempre les costaba dormir porque les traía
recuerdos poco gratos del pasado.
En
una habitación elegante y con bastante decoración en color verde, el vampiro de
la fedora se encontraba en una cama del mismo color, dormía con tanta
tranquilidad que cualquiera que lo viera dudaría que fuera el mismo que siempre
hacía bromas y coqueteaba con cualquier chica. En su sueño, Laito se encontraba
en los jardines del castillo de la familia en el Makai jugando con sus hermanos
de niños. Ayato como siempre lideraba el grupo, Kanato un poco temeroso, Laito
lo único que podía hacer era correr detrás
de ellos, divertido y feliz. Pero por alguna razón mientras los perseguía
sentía que los dejaban atrás, por más que trataba de alcanzarlos, ellos se
hacían más lejanos. En ese momento, una voz femenina conocida lo llamó.
—Laito,
acércate. Mamá necesita que hagas algo por ella –dijo Cordelia, la hermosa
mujer que estaba sentada haciendo señas para que el niño se sentara a su lado.
—Sí
– el pequeño castaño obedeció al instante.
Al
estar cerca su madre sonrió y con un gesto inusual cubrió los ojos del niño.
—Es
una sorpresa, pero debes esperar antes de verla. Cuenta hasta veinte, entonces
podrás mirar.
Y
así lo hizo el niño, cuando su cuenta llegó al final y sus ojos observaron lo
que tenía frente a él. Se llevó una gran sorpresa. Ahí estaban sus hermanos
sosteniendo una caja de macarrones de diferentes colores, el postre favorito de
Laito y al unísono le desearon un feliz cumpleaños. Los cuatro se sentaron para
después juntos comer el postre. Laito
sonrió desde lo más profundo de su corazón, era el cumpleaños más genial que
había tenido. En la habitación, un Laito adulto sobre su cama sonreía mientras
veía aquel sueño, una risa juguetona pero sincera.
En
otra habitación cercana repleta de juguetes, se encontraba sobre la cama el
vampiro de cabello lila. Kanato que no era de muy buen dormir, motivo de sus
grandes ojeras bajo sus orbes, dormía esta vez plácidamente mientras sostenía a
su amigo de peluche. Dentro del mundo de los sueños, el vampiro de pequeño se
encontraba en uno de los balcones del castillo cantando su característica canción,
pero fue interrumpido por unos pasos que lentamente se aproximaban a él.
—Mi
pequeño canario, ¿qué haces aquí a estas horas? –La madre del vampiro se paró a
su lado mirándolo.
—Madre,
la vista de la luna es tan hermosa que no pude evitarlo.
—Tienes
razón, esta noche es preciosa. Ah, ¡qué bello es el placer de contemplar esta vista
mientras te escucho cantar! Un verdadero placer, mi canario.
—¡Entonces
cantaré un poco más como regalo para ti, madre!
—Qué
coincidencia, yo también tengo un regalo para ti –
Sin
que Kanato se diese cuenta antes, ella sostenía un paquetito envuelto en papel
del mismo color que el cabello de ambos.
El
pequeño muy feliz lo recibió, miró a su madre como preguntando si podía abrirlo
y ésta a su vez le devolvió la mirada con aprobación. En el interior se
encontraba un suéter en diferentes tonalidades de morado y otro igual para su
amiguito de peluche. De inmediato se lo probó y también vistió con el suyo a
Teddy. Encantado, sus ojitos no dejaban de brillar.
—Feliz
cumpleaños. Mamá no podía dejar pasar una oportunidad para regarle algo a su
pequeño canario que en tantas ocasiones le regala su bella canción. Quiero que
siempre recuerdes lo mucho que le importas a mamá. Sigue alegrando mis días con
tu voz y sobretodo sé muy feliz –La mujer decía esto mientras abrazaba a su
hijo, acariciándole la cabecita y llenándola de besos de una manera gentil
-
Te amo, mi pequeño Kanato.
El
niño sin saber cómo reaccionar sólo atinó a dejar que su madre le demostrara su
afecto, deseando poder guardar este momento en lo más profundo de su memoria.
En la habitación, Kanato con su apariencia actual seguía durmiendo mientras
unas lágrimas cruzaban sus mejillas.
Por
último en otra habitación cercana, una decorada de forma distinta, incluso con
una doncella de hierro, se encontraba un fatigado Ayato, el cansancio lo había
vencido de tal forma que dormía en el piso. En la ilusión del sueño, el niño
pelirrojo se encontraba estudiando, más por obligación que por gusto, ya que si
fuera por él, estaría jugando con sus hermanos en vez de estudiar. De pronto
alguien llamó a la puerta:
—Ayato,
voy a entrar –la voz de una mujer se dejó escuchar mientras la puerta se abría-
Veo que estás cumpliendo con tus deberes. Pero acércate, hay algo importante
que debo decirte.
El
niño hizo tal como su madre le había dicho porque no quería hacerla enojar y
que le castigara.
—Por
hoy y sólo por hoy, como has sido buen niño haciendo tus deberes
responsablemente, te daré el premio de ir a jugar con tus hermanos. Pero no
deben hacer ninguna travesura mayor, si no habrá castigo, ¿de acuerdo?
—¡Sí,
gracias mamá! –No tardó nada en salir corriendo a buscar a sus hermanos, había
deseado por mucho tiempo el poder ir con ellos.
Una
vez reunidos los tres, corrieron por los jardines, jugaron a ser cazadores,
artesanos y príncipes. Ayato era el cazador capaz de capturar cualquier
criatura, Kanato era el artesano capaz de crear bellos artefactos y Laito era
el príncipe que cortejaba a muchas y bellas princesas. Cuando el día llegó a su
fin y los tres niños estaban cansados regresaron a casa, ahí su madre los
esperaba con una rica cena, era takoyaki el platillo favorito de Ayato.
Comieron hasta quedar satisfechos, un día divertido había llegado a su fin.
Recostado en el piso de su habitación, Ayato habla dormido sobre lo delicioso
que sabía la cena dentro de su sueño.
Al
día siguiente, los trillizos despertaron llenos de sentimientos encontrados.
¿Qué habían sido aquellos sueños? No sabían, ni siquiera el por qué soñar con
algo que nunca pasaría, después de todo su madre ya no estaba ahí e intentar
enmendar las cosas . Mientras los tres se encontraban en el comedor, la voz de
una chica joven los llamó:
—¡Buenos
días y feliz cumpleaños! Espero esto sea de su agrado –Era Yui que servía un
gran pastel y con una pinta de ser
delicioso que no se lo esperaban- Reiji san me dijo que el día de hoy se
celebraba el cumpleaños de los tres y decidí preparar esto. Por favor siéntense
a comer.
Los
tres sin decir palabra por el asombro tomaron su lugar en la mesa mientras la
chica les servía sus porciones. Al probar tan delicioso pastel comenzaron a
conversar. Yui mirándolos de lejos disfrutar sólo podía sonreír. Por un
diminuto instante le pareció que sus ojos le engañaban, sentados no estaban los
mismo chicos de siempre, estaban unos
muchachitos que sus sonrisas infantiles gozaban del día, un día sin las
peleas habituales entre ellos que incluso sorprendía a los otros tres
habitantes de la mansión.
Las
horas pasaron y los hermanos seguían conversando en paz como nunca habían sido
vistos, intercambiando anécdotas y bromas. Era hora de volver a dormir, no sin
antes terminar de una buena vez aquel pastel y llegó el momento de volver a sus
habitaciones, así que cada uno fue encaminándose hasta la propia cuando Yui
sintió la necesidad de hacer algo por último. La chica tomó a los tres y los
unió en un fuerte abrazo, tan suave y cálido.
—Chicos,
sé que los vampiros y los humanos tal vez seamos diferentes, pero siempre
disfruten de cada instante. ¡De nuevo, feliz cumpleaños! –los cuatro se
quedaron unos momentos más unidos a ese abrazo, en silencio, analizando el
mensaje final de la joven para ir después a dormir.
Quizá
su madre ya no estuviera más ahí, quizá todos sus anhelos de pequeños no
se cumplirían nunca, quizá al día siguiente
volverían con sus comunes peleas, pero ahora no estaban solos. Ahora sabían que
se tenían a ellos como hermanos y a otra persona que los quiere todos los días
y no sólo en su cumpleaños.
¿Qué
tal? Para ser sincera es la primera vez que hago algo como esto, así que no
estoy muy segura de cómo quedó o si es bueno, pero es con todo mi cariño para
estos personajes que tanto quiero.
Espero
lo hayan disfrutado y hasta la próxima.
ByeBye.